martes, 27 de marzo de 2012



Terapia de alto flujo y humidificación: resumen de los mecanismos de acción, tecnología y estudios


Terapia de alto flujo y humidificación: 
resumen de los mecanismos de acción, 
tecnología y estudios

La terapia de alto flujo se define como aquella que 
suministra caudales que superan los caudales inspiratorios 
del paciente en varios volúmenes minuto. Tradicionalmente, 
la terapia de alto flujo se ha utilizado con mascarillas, 
de modo que los flujos altos purgan el volumen de la 
mascarilla para facilitar tasas altas de oxígeno inspirado. 
Aunque las mascarillas resultan eficaces como apoyo a 
la oxigenación, su uso puede verse limitado por factores 
como la incapacidad para comer, beber y comunicarse, así 
como por sensaciones de claustrofobia, lo que hace que los 
pacientes no cumplan la terapia. 





Las cánulas nasales estándar han sido la alternativa para 
mejorar el cumplimiento de la terapia por parte del 
paciente y su comodidad. Las cánulas proporcionan 
oxígeno suplementario, resultan cómodas de usar durante 
períodos largos de tiempo y permiten a los pacientes comer 
y hablar sin interrumpir la terapia. No obstante, con la 
terapia de cánula nasal tradicional no es posible suministrar 
los flujos más altos (superiores a 2 lpm en neonatos y 6 
lpm en adultos), necesarios para cumplir los requisitos 
inspiratorios sin permitir el arrastre de aire de la habitación. 
Esta limitación de la terapia con cánula convencional es el 
resultado de las molestias y la irritación que se producen 
al suministrar aire frío y seco a los conductos nasal.





La tecnología de Vapotherm ha transformado esta terapia 
con cánula convencional al acondicionar de forma óptima el 
gas respiratorio. Su tecnología patentada de calentamiento 
y humidificación permite que los gases respiratorios se 
suministren en caudales altos, manteniendo a la vez la 
temperatura corporal y hasta un 99,9% de humedad 
relativa.



Fisiología de la respIracIón y la 
ventilación alveolar

Para poder comprender los mecanismos de la HFT, resulta 
conveniente repasar algunas nociones fundamentales de 
la fisiología de la respiración. En condiciones normales de 
respiración, aproximadamente el 30% del volumen tidal 
inspirado es un espacio muerto anatómico. Al comienzo 
de la inspiración, este espacio muerto se llena con el gas 
de final de espiración que queda de la espiración anterior. 
Aunque este espacio muerto anatómico es esencial para 
1) calentar y humidificar el gas inspiratorio y



2) conducir el gas al tórax y dispersarlo por las regiones de los pulmones, su contribución (gas espiratorio de 
final de espiración) a un nuevo aliento afecta a la eficiencia respiratoria. 
En una persona sana, las concentraciones de oxígeno alveolar son inferiores a las del aire ambiente y las 
concentraciones de dióxido de carbono alveolar son superiores a las del aire ambiente. Esta diferencia entre 
el gas ambiente y el gas alveolar es una función de la ventilación alveolar, así como del contenido de gas en 
sangre. La ventilación alveolar se diferencia del término más común de ventilación minuto en función del 
espacio muerto. 


Ventilación minuto = volumen tidal x tasa respiratoria
Ventilación alveolar = (volumen tidal – espacio muerto) x tasa respiratoria


En base a la relación entre los parámetros de la ventilación, una reducción en el volumen del espacio muerto 
hace que sea necesaria una ventilación minuto menor para alcanzar la ventilación alveolar adecuada. Por tanto, 
el volumen del espacio muerto afecta directamente a las necesidades de volumen tidal o de tasa respiratoria 
y, en consecuencia, al esfuerzo respiratorio, incluso en personas sanas. En este aspecto, la HFT por medio de 
una cánula puede mejorar la eficiencia respiratoria al inundar el espacio anatómico nasofaríngeo y contribuir al 
trabajo respiratorio. Pero primero se debe conseguir el acondicionamiento ideal del gas.


Importancia del calentamiento y la Humidificación del gas 
El tejido mucoso del espacio nasofaríngeo está diseñado para calentar y humidificar el gas respiratorio 
antes de que entre en el tracto respiratorio inferior. Esto se consigue de forma anatómica al lograr que 
una superficie amplia interactúe con el gas inspiratorio. Así pues, al exponer los tejidos nasofaríngeos a un 
caudal de gas mayor que una ventilación minuto normal que esté por debajo de la temperatura del cuerpo 
y el punto de saturación de vapor de agua (por debajo del 100% de humedad relativa), estos tejidos se 
pueden sobrecargar. Esta sobrecarga de los tejidos nasofaríngeos provoca una disfunción importante, por la que se seca y daña la mucosa nasal
5 - 8
, algo que también 
puede contribuir a una infección por estafilococos
9. Incluso 
en flujos bajos, la terapia de cánula nasal convencional es 
incómoda y produce numerosas quejas de los pacientes, 
que principalmente están relacionadas con sequedad en la 
boca y la nariz







Idealmente, el gas inspiratorio debería calentarse a la 
temperatura del cuerpo (37 ºC) y humidificarse con 100%  de humedad relativa 11,12.
 Asimismo, la humidificación con  vapor tiene menos probabilidad de provocar lesiones en 
las vías respiratorias y los pulmones causadas por pérdida de calor latente y 
deposición de gotas de agua que la humidificación con agua aerosolizada. 
La tecnología de membrana de Vapotherm facilita el paso de agua al gas de
 respiración en fase de vapor y, como demostraron Waugh y Granger en 
una prueba comparativa, proporciona gases respiratorios a temperatura 
corporal y con una humedad relativa del 99,9% en todos los de caudales 
elegidos de hasta 40 lpm3.

.




lunes, 26 de marzo de 2012

Fisioterapia respiratoria: indicaciones y técnica


Fisioterapia respiratoria: indicaciones y técnica

El aclaramiento fisiológico de la mucosidad de las vías aéreas
incluye el barrido ciliar y la tos. Su fracaso condiciona la acumulación de moco, la obstrucción y el aumento de las resistencias de la vía aérea, el incremento del trabajo respiratorio,
la ventilación alveolar defectuosa, el desequilibrio ventilación perfusión y la mala oxigenación. La acumulación de secreciones favorece su colonización microbiana, la infección y la inflamación, con la consiguiente mayor producción de
mucosidad. A largo plazo se produce destrucción de la estructura de los bronquios y bronquiolos con formación de dilataciones (bronquiectasias) en cuyo seno se acumula más fácilmente el exceso de mucosidad. 



La fisioterapia respiratoria hace referencia al conjunto de técnicas físicas encaminadas a eliminar las secreciones de la vía respiratoria y mejorar la ventilación pulmonar. La evidencia científica que justifica su empleo en algunas enfermedades es
insuficiente, aunque la práctica habitual perpetúa su uso. Las
principales limitaciones en el diseño de los estudios son la imposibilidad de mantener ciegos a pacientes y terapeutas, la falta
de consenso en la técnica estándar con que comparar las nuevas
técnicas y la escasa precisión de las variables empleadas en la evaluación de los resultados. Es necesario individualizar el tratamiento atendiendo a la edad, la enfermedad de base y el estado
clínico, la disponibilidad de aparatos y personal entrenado, el
tiempo que requiere y el riesgo de pérdida de adherencia terapéuticas. Las técnicas, tanto si son autoadministradas como si
precisan de un adulto, requieren entrenamiento y supervisión por
parte de un médico rehabilitador y fisioterapeuta especializado.
A menudo, la fisioterapia respiratoria se combina con otros
tratamientos para facilitar el resultado deseado. Se incluyen la
oxigenoterapia con gafas nasales para paliar la desaturación en
pacientes con deterioro respiratorio, la nebulización previa con
broncodilatadores y la nebulización posterior con corticoides y
antimicrobianos.


TÉCNICAS

Fisioterapia convencional
Conjunto de técnicas destinadas a despegar de las paredes las
secreciones y transportarlas proximalmente hasta su expulsión. La mayoría de ellas precisa del concurso de un fisioterapeuta o adulto entrenado durante el aprendizaje o en su realización (percusión y vibración). Incluyen:
Drenaje postural. 
Facilita el drenaje gravitacional con la adopción de diversas posturas que verticalicen las vías aéreas de cada segmento o lóbulo pulmonar. En lactantes los cambios posturales se realizan en el regazo del adulto y en los niños
mayores se empleaban mesas oscilantes o almohadas. Actualmente se utiliza en ambos la posición decúbito lateral y en sedestación, dado que la postura en Trendelenburg incrementa
el trabajo respiratorio y aumenta la desaturación.


Ejercicios de expansión torácica. 
Se llevan a cabo con la realización de inspiraciones máximas sostenidas mediante una apnea breve al final de aquéllas, seguidas de una espiración lenta pasiva. En los niños más pequeños se recurre a la risa y el
llanto. En los pacientes ventilados se emplea la hiperinsuflación manual. Se pueden emplear incentivadores.
Control de la respiración, 
respiración diafragmática. Son períodos de respiración lenta a volumen corriente con relajación de
los músculos accesorios respiratorios y ventilación con el diafragma, intercalados entre técnicas más activas con el fin de
permitir la recuperación y evitar el agotamiento.
Percusión torácica. 
Golpeteo repetido con la punta de los dedos en lactantes, la mano hueca en niños mayores o una mascarilla hinchable sobre las distintas zonas del tórax. Se combina con el drenaje postural.
Vibración torácica. 
Se aplican las manos, o las puntas de los
dedos, sobre la pared torácica y sin despegarlas se genera una
vibración durante la espiración. Se combina con la compresión
y el drenaje postural.


 
Incentivador para ejercicios de expansión torácica

Compresión torácica. 
Facilita la espiración comprimiendo la caja torácica mediante un abrazo, aplicando presión sobre el esternón y las porciones inferiores y laterales del tórax. En los lactantes se aplica presión con las palmas de las manos apoyadas
sobre la región inferior, anterior y lateral de la caja torácica.
Tos provocada y dirigida.
El despegamiento de la mucosidad
de la pared desencadena habitualmente la tos. En su defecto,
puede provocarse la tos aplicando una suave presión sobre la
tráquea en el hueco supraesternal al final de la inspiración. La
tos produce la expectoración de la mucosidad por la boca o su
deglución. No conviene reanudar los ejercicios de despegamiento mientras no se haya conseguido el aclaramiento de las
vías respiratorias. En pacientes intubados o con cánulas de traqueostomía la succión suple a la tos. La sonda de aspiración se
introduce hasta 1 cm más allá del extremo del tubo endotraqueal o la cánula; se inicia entonces la aspiración rotándola y
retirándola lentamente. Conviene hiperoxigenar previamente,
instilar un pequeño volumen de suero fisiológico, ajustar la
presión negativa de aspiración y su duración, así como hiperinsuflar manualmente al finalizar el procedimiento para garantizar la oxigenación, reducir los efectos traumáticos en la
mucosa y la producción de atelectasias.



Técnica de espiración forzada (huffing)
y ciclo activo de técnicas respiratorias
Secuencia de 3-4 respiraciones diafragmáticas a volumen corriente, seguida de 3-4 movimientos de expansión torácica
(inspiración lenta y profunda con espiración pasiva), repitiendo de nuevo los ejercicios de respiración controlada y finalizando con 1-2 espiraciones forzadas con la glotis abierta (huffing)
a volumen pulmonar medio o bajo. Se realiza en diferentes posiciones (drenaje postural) o sentado. Requiere de la comprensión del paciente y por tanto sólo es aplicable a niños mayores
de 4 años.
Drenaje autógeno
Se trata de una modificación de la técnica de espiración forzada. El ciclo completo consta de 3 fases: despegamiento periférico de las mucosidades, acumulación de secreciones en las
vías aéreas de mediano y gran calibre y su expulsión. El paciente realiza inspiraciones lentas y profundas a través de la
nariz para humidificar y calentar el aire, así como evitar el desplazamiento distal de las secreciones; una apnea de 2-3 s y espiraciones moderadamente forzadas a flujos mantenidos con
la glotis y la boca abiertas a diferentes volúmenes pulmonares,
evitando la tos. El despegamiento se consigue con espiraciones a volumen de reserva espiratorio, la acumulación con espiraciones a volumen corriente y la expulsión con espiraciones a
volumen de reserva inspiratorio. De este modo la mucosidad
progresa desde las vías aéreas más distales hasta las centrales.
La complejidad de la técnica exige un elevado grado de atención, comprensión, aprendizaje y tiempo en su realización,
aunque se acompaña de menos efectos adversos (broncospasmo, desaturación) que otras técnicas y no precisa del concurso
de un fisioterapeuta.
La instrumentalización de la fisioterapia respiratoria posibilita la autoadministración y simplifica las técnicas más complejas, difíciles de cumplimentar.



Presión positiva espiratoria
Se emplea una mascarilla almohadillada con una doble válvula inspiratoria y espiratoria. Sobre esta última se aplica una resistencia (adaptador de tubo endotraqueal reductor de calibre)
y un manómetro intercalado. Otros dispositivos comercializados combinan una cámara con sistema valvular con posibilidad de ajustar la resistencia que genere una presión durante la
espiración (AeroPEPplus®) (fig. 2). La resistencia se selecciona para que la presión espiratoria alcanzada oscile entre 10 y
20 cmH2
O. El paciente, sentado con los codos apoyados sobre una mesa, se ajusta la mascarilla sobre la cara o la boca sobre la boquilla de la cámara y realiza sucesivas inspiraciones
por encima del volumen corriente, seguidas de espiraciones
activas no forzadas a capacidad funcional residual. La técnica
permite ventilar áreas colapsadas por la mucosidad a través de
vías colaterales y facilitar el arrastre proximal de las secreciones. Se realizan ciclos de 10-20 respiraciones seguidos de la
retirada de la mascarilla y una espiración forzada con la glotis
abierta. La autonomía, efectividad y escaso tiempo que requiere son sus puntos más favorables.
La realización de esta técnica con espiración forzada a capacidad pulmonar total permite alcanzar presiones entre 40 y 100
cmH2
O. Se mejora la distribución aérea pulmonar incrementando el flujo aéreo colateral desde las zonas hiperinsufladas a
las zonas hipoventiladas y secundariamente movilizar las secreciones responsables de la obstrucción de las vías aéreas. Es
una técnica que requiere una supervisión estrecha, caracterizada por ser breve, efectiva pero extenuante, capaz de inducir
broncospasmo, asociada a un riesgo de neumotórax, y aplicable a niños mayores de 5 años.

 
Figura 2. AeroPEP®

Compresión torácica de alta frecuencia
con chaquetilla hinchable
Un generador inyecta y aspira pequeños volúmenes de aire a frecuencias de 5-22 Hz a una chaquetilla neumática que cubre el
tronco del paciente generando un movimiento vibratorio y oscilante. El elevado coste del equipo y su complejidad limitan su uso.
Flutter
Dispositivo de pequeño tamaño en forma de pipa que contiene una bola de acero (figs. 3a y 3b) capaz de oscilar con el flujo  espiratorio interrumpiéndolo intermitentemente y generando una vibración que se transmite desde la boca hasta las vías
aéreas inferiores. El paciente se sienta cómodamente, realiza
una inspiración profunda, una apnea de 2-3 s y una espiración
a través del flutter. Se genera una presión espiratoria positiva
por la resistencia que ofrece la bola de acero, su movilización
en el extremo de la pipa produce la oclusión espiratoria intermitente y la transmisión de la vibración, cuya frecuencia el paciente puede variar. Es fácil de utilizar pero su  uso incontrolado puede producir hipocapnia sintomática.


 
Figura 3a. Flutter, visión lateral















sábado, 24 de marzo de 2012

Intubación Endotraqueal

                                             Intubación Endotraqueal 

 DEFINICIÓN 

 La intubación consiste en introducir un tubo o sonda en la traquea del paciente a través de las vías respiratorias altas. Dependiendo de la vía de acceso que escojamos, tenemos dos tipos de intubación:

  • nasotraqueal: a través de las fosas nasales. Suele utilizarse en intubaciones programadas (anestesia, dificultad respiratoria en aumento...)
  • orotraqueal: a través de la boca. Por lo general se utiliza en intubaciones dificultosas o de urgencia (reanimación cardio pulmonar  (R.C.P.)), ya que es la más rápida.
   El objetivo de este procedimiento es mantener la vía aérea permeable, estableciendo una vía segura de comunicación y entrada de aire externo hasta la traquea. Para esto, el extremo distal del tubo debe quedar aproximadamente a 1-2 cms de la carina, de modo que el aire pueda llegar adecuadamente a ambos bronquios.

DIFERENCIAS ANATÓMICAS DEL PACIENTE PEDIÁTRICO
   Hay una serie de características que diferencian a los pacientes pediátricos de los adultos. Los niños no son adultos en miniatura, ya que su morfología anatómica y su fisiología están en proceso de cambio. Hasta los dos años de edad, se producirá un descenso rápido de las estructuras de la vía aérea superior,  que debemos tener en cuenta. Después sufrirá pocos cambios hasta la pubertad, momento en el que se produce el paso a la etapa  adulta.
   Los recién nacidos y lactantes tienen la cabeza más grande, su cuello es más corto y la lengua es más grande en proporción con una boca pequeña. La cara es más ancha y aplanada (lo cual dificultará el ajuste de una mascarilla facial, por ejemplo). Los orificios y conductos nasales son más estrechos, de forma que existe mayor riesgo de obstrucción. La epiglotis es más alta, más anterior y flexible, más grande y  tiene forma de U; se proyecta hacia atrás con un ángulo de 45º, de modo que a veces es necesario levantarla con la hoja recta del laringoscopio  para poder ver la glotis. La laringe es más estrecha, más corta, alta y anterior. En cuanto a la traquea, es más corta, los cartílagos son fácilmente depresibles, y encontramos la estrechez máxima a nivel del cartílago cricoides en niños menores de 8 años. Esto cambiará con la pubertad, donde encontraremos la zona más estrecha a nivel de las cuerdas vocales, como en el adulto. En el niño las cuerdas vocales son más sensibles, y responden inmediatamente a los estímulos, hay mayor riesgo de sufrir edema de glotis. Además, la frecuencia respiratoria es mayor, oscila entre las 30-60 respiraciones por minuto según la edad, lo cual nos hará más difícil la ventilación con bolsa autoinflable.
   En cuanto a los recién nacidos prematuros, presentan inmadurez del centro respiratorio y sus estructuras y funciones también. Los músculos respiratorios son más débiles, los cartílagos más blandos y los alveolos son inmaduros. La piel es más fina y casi transparente, con lo cual es más fácil lesionarla.

INDICACIONES
   Podemos resumirlas en:
  • Obstrucción de la vía aérea superior (cuerpo extraño, aspiración de meconio,     traumatismos, secreciones...)
  • Ausencia de reflejos protectores de la vía aérea (depresión respiratoria producida por anestesia, traumatismo craneoencefálico...)
  • Necesidad de aplicar ventilación mecánica con presión positiva  (prematuridad entre  25-28 semanas, por déficit de desarrollar alveolar y del sufactante, patologías como     bronquiolitis, enfermedades neuromusculares...)
    Elegiremos la vía oral o nasal para introducir el tubo en determinadas circunstancias:
  • Orotraqueal:
  • intubación de emergencia
    • obstrucción de las fosas nasales (estenosis o atresia de coanas, pólipos...)
    • obstrucción de la nasofaringe (tumores, hipertrofia de adenoides...)
    • sospecha de fractura de base de cráneo
    • diátesis hemorrágica moderada-severa
  • Nasotraqueal:
    • traumatismo facial severo con dificultad para abrir la mandíbula
    • rotura de lengua
    • quemaduras graves de la cavidad bucal
   La intubación endotraqueal, sea cual sea la vía de acceso, es el método más eficaz para mantener abierta la vía aérea, y además, asegura una adecuada ventilación y aporte de oxígeno al paciente, disminuye el riesgo de distensión gástrica y aspiración pulmonar, permite administrar algunos fármacos durante la reanimación cardiopulmonar (mientras se consigue una vía venosa), facilita la aspiración de secreciones y si fuera necesario, aplicar presión positiva al final de la espiración (PEEP). Además, durante la reanimación cardiopulmonar, facilita la sincronización entre masaje cardiaco y ventilación.

PROCEDIMIENTO
   Siempre que sea posible, es recomendable realizar la intubación de forma programada, de modo que tengamos todo el material preparado y el personal adecuado, para disminuir así el tiempo que dura el procedimiento y las complicaciones.
    Debe ser realizada al menos por dos personas como mínimo.



MATERIAL
   En el lugar en que se vaya a realizar  la intubación (ya sea en la calle o en un hospital) debemos disponer de:
  • fuente de oxígeno con caudalímetro
  • mascarilla facial transparente y bolsa autoinflable del tamaño adecuado (AmbúR). (ver    punto 3.1.1.)
  • goma conectora de la fuente de oxígeno y el balón autohinchable
  • cánula orofaringea (GuedelR) del tamaño adecuado (ver 3.1.2)
  • aparato de aspiración  o vacío con manómetro de presión
  • sondas de aspiración del tamaño adecuado (ver 3.1.3. y Tabla 3))
  • goma de conexión entre las sondas de aspiración y el sistema de vacío
  • guantes estériles y no estériles
  • mango de laringoscopio (comprobar la existencia y funcionamiento de las pilas)
  • palas de laringoscopio del tamaño adecuado (comprobar el funcionamiento de la            bombilla): rectas y curvas (ver 3.1.4. y Tabla 4))
  • lubricante (tipo SilkosprayR)
  • tubo endotraqueal con o sin balón del tamaño adecuado (ver 3.1.5. y Tabla 5)
  • dos tubos endotraqueales más: uno de un número mayor  y otro menor al anterior
  • fiador, estilete o guía: le da rigidez al tubo endotraqueal, lo cual facilita la intubación cuando ésta se prevee difícil o la persona es inexperta. Es recomendable lubricar el fiador antes de introducirlo a través de la luz del tubo endotraqueal para facilitar posteriormente su extracción. Nunca debe sobrepasar el orificio distal del tubo (también llamado ojo de Murphy), de hecho, debe quedar aproximadamente 1 cm antes del final del tubo, para evitar lesiones en la vía respiratoria.
  • pinzas de Magill, que servirán para guiar el tubo en la intubación nasotraqueal
  • esparadrapo, venda o sistema fijador
  • parches protectores de piel (tipo ConfeelR, AllevinR...)
  • medicación de intubación : si es posible, se tendrá cargada y preparada previamente. Si no es así, debería estar situada en un lugar apropiado, conocido por el personal  y accesible.

    Elección y Tipos de Mascarillas Faciales y Bolsa Autoinflable
    Es recomendable que la mascarilla no sea opaca, para poder visualizar el color de la piel del niño y la aparición de secreciones, y de reborde acolchado.


     El tamaño de la mascarilla (cuadro 1) debe ser aquel cuyo borde superior apoye sobre el puente nasal del niño, sin tapar los ojos y cubriendo por completo nariz y boca, y cuyo borde inferior apoye sobre surco mentoniano.
       Si se elige una mascarilla de tamaño mayor o menor no lograremos una adecuada ventilación y podemos causar además un traumatismo facial.
       Existen mascarillas redondas (generalmente usadas para prematuros y recién nacidos, o lactantes de bajo peso) y triangulares (utilizadas en lactantes, niños y adolescentes).
        Las bolsas autohinchables van conectadas a la goma que sale del caudalímetro de oxígeno, que debe estar abierto al máximo. El tamaño también es importante, ya que el volumen de aire que envían al niño debe ser adecuado a su capacidad pulmonar (Cuadro 1). Un volumen excesivo prodría causar barotrauma, y un volumen pequeño no conseguiría una oxigenación adecuada.






Elección de la Pala de Laringoscopio
   Las palas pediátricas pueden ser rectas o curvas y de diferente medida.
   Las palas rectas se utilizan en lactantes pequeños y prematuros, ya que por sus características anatómicas, con la pala recta se deprime o calza mejor la epiglotis, visualizando mejor la glotis. Con la pala curva es más difícil deprimirla, y lo que suele ocurrir es que se sobrepasa. Las palas curvas se utilizan en niños, adolescentes y adultos, y con el extremo de la pala se alcanza la vallécula.

 

Elección del Tubo Endotraqueal
   El tubo endotraqueal debe ser de un material hipoalergénico y flexible, preferiblemente transparente para poder ver a su través la existencia de secreciones o sangre. Es además recomendable que tenga marcas numéricas para conocer la longitud del tubo que introducimos en la traquea y valorar así posteriormente si éste se ha movido. Existen distintos modelos de tubos en el mercado: Portex, hecho de material no irritante, flexible, con grabado de escala centimétrica para facilitar la colocación y Cole, hecho de material no irritable, flexible, que no posee escala centimétrica pero tiene un engrosamiento el tubo que hace tope con la glotis.
   También tenemos tubos balonados y no balonados (Imágenes 3 y 4). El balón o neumotaponamiento no es aconsejable en niños, ya que dado que la zona más estrecha de la traquea infantil se sitúa en el cartílago cricoides, el uso de un tubo balonado podría lesionarlo. En general, los tubos menores del nº 4,5 no disponen de balón. En el caso de que decidamos utilizarlo, es recomendable emplear tubos cuyo volumen de neumotaponamiento sea grande y ejerzan poca presión sobre la mucosa, para reducir así el riesgo de lesión.

El tamaño del tubo viene indicado por el diámetro interno de la luz. Debemos elegir el tubo adecuado para ventilar a nuestro paciente. Existen varias fórmulas para decidir el número adecuado. Una de ellas es escoger el tubo cuyo diámetro interno sea igual al del dedo meñique del niño, pero esto no es fiable ni es posible realizarlo en todas las circunstancias.
   La estimación más recomendada es la siguiente, con algunas variaciones (Tabla 5):
  • prematuros y de bajo peso según tabla de pesos: 2,5-3,5
  • en niños recién nacidos a término y lactantes de menos de 6 meses: 3,5
  • lactantes entre 6 meses y 1 año: 4
  • niños mayores de 1 años: 4 + (edad en años / 4)

    MEDICACIÓN DE INTUBACIÓN
       Antes de iniciar la intubación, habrá que comprobar la existencia de una catéter venoso permeable, y de no ser así, habrá que canalizar una vía venosa por la que infundiremos los fármacos.  Se recomienda la preparación al menos de dos dosis de cada fármaco por si la intubación no se consigue al primer intento y fuera preciso repetir la pauta.
       Los fármacos utilizados en la intubación se pueden clasificar en tres grupos principales. Por orden de administración, estos serían:  
    • 1º Atropina
    • 2º Anestesia-sedación-analgesia
    • 3º Relajación
    1º) ATROPINA: se utiliza casi siempre, para disminuir el riesgo de bradicardia refleja al estimular la vía aérea.  Puede no administrarse en caso de taquicardia importante.
    2º) ANESTESIA-SEDACIÓN-ANALGESIA: se utilizan los fármacos anestésicos y sedantes para reducir la agitación y la sensación de intranquilidad que produce esta técnica. Es recomendable asociar un analgésico en la intubación, ya que la laringoscopia puede ser dolorosa.
    Dentro de los fármacos anestésicos y sedantes encontramos:
    • Benzodiacepinas como el midazolam, diazepam o clonacepan (con efecto ansiolítico e hipnótico)
    • Barbitúricos  como el tiopental o el fenobarbital (efecto sedante e hipnótico)
    • Anestésicos como la ketamina (con distinto efecto analgésico, sedante o hipnótico según la dosis)


    TÉCNICA
       Antes de iniciar la intubación, es preciso vigilar el correcto montaje y funcionamiento de la fuente de oxígeno y del aspirador de secreciones.
       Es fundamental realizar la técnica con las mayores condiciones de asepsia. Tras lavarnos las manos, la persona que introducirá el tubo se colocará guantes estériles.
    • La intubación debe ser realizada entre dos personas al menos: la 1ª se encargará de abrir la vía aérea e introducir el tubo y la 2ª facilitará el material y vigilará las constantes vitales del niño.
    • Aspirar secreciones del niño a través de nariz y boca.
    • Si es portador de sonda nasogástrica, es recomendable aspirar el contenido gástrico antes de iniciar el procedimiento, para evitar regurgitaciones o distensión abdominal. Si la situación lo permite y el paciente no tiene sonda nasogástrica, podemos colocársela.
    • Situar al paciente en una superficie rígida. Si es una cama, acercaremos la cabeza hasta el borde superior o cabecero, lugar en el que se colocará la 1ª persona. Alinear el cuerpo del niño, verificar el eje orofaringe-laringe.
    • Monitorizaremos al paciente: frecuencia cardiaca, tensión arterial, saturación de oxígeno y capnografía si es posible. La 2ª persona se encargará de vigilar las constantes.
    • Colocar la cabeza en posición adecuada, que variará según la edad:
      • recién nacidos y lactantes <2 años : posición neutra o de “olfateo”. La hiperextensión de la cabeza desplazaría la laringe hacia delante, debido a sus características anatómicas, y sería más difícil intubarle, y además se ocluiría la vía aérea. Para facilitar que mantenga la posición neutra, podemos colocar un rollito de toalla bajo el cuello, ya que debido a que tienen un occipucio muy prominente, tenderá a flexionarse.
      • >2 años - <8 años: ligera hiperextensión
      • >8 años: hiperextensión como en los adultos
    • Hiperoxigenar al paciente con mascarilla y bolsa autoinflable conectadas a oxigeno al 100%
    • La 2ª persona inyectará la medicación de intubación, en el orden anteriormente citado: atropina, sedante y relajante muscular.
    • La 1ª persona abrirá la boca del niño con los dedos pulgar e índice de la mano derecha
    • La 2ª persona facilitará el laringoscopio (previamente montado y tras haber comprobado su correcto funcionamiento) , ofreciendo el mango a la 1ª persona, que lo sujetará con la mano izquierda.
    • Introducir la pala del laringoscopio por la comisura derecha bucal, la avanzamos hacia la línea media, desplazando así la lengua hacia la izquierda.
    • Progresar la pala hasta ver los puntos anatómicos de referencia, que son (Imagen 5):
    • epiglotis: el punto más alto, por encima del cual encontramos la fosa gloso  epiglótica o vallécula
    • glotis: en el plano anterior, con una cuerda vocal a cada lado
    • esófago: en el plano posterior
    • Progresar la pala curva hasta la vallécula o la recta hasta deprimir con ella la epiglotis
    • Traccionar hacia arriba el mango del laringoscopio, con cuidado para no hacer palanca contra los dientes o la encía superior. Si no se visualiza bien la glotis, la 2ª persona o la 1ª con el dedo meñique, puede ayudar realizando la maniobra de Sellick, que consiste en deprimir la traquea con el dedo desde fuera, sobre el cuello.
    • Si es preciso, la 2ª persona aspirará secreciones que dificulten la correcta visualización
    • La 2ª persona lubricará, sin tocarlo, el tubo endotraqueal, y cogiéndolo con cuidado por el extremo proximal, el que quedará fuera del paciente, se lo ofrece a la 1ª persona.
    • Llegado a este punto, habrá dos variantes de introducción del tubo: orotraqueal o nasotraqueal. El resto del procedimiento es el mismo para las dos.
    Imagen 5: Anatomía de la laringe. Sección trasversal con visualización de la cuerdas vocales. El aire debe de circular obligatoriamente entre el espacio que queda entre las cuerdas vocales que se denomina glotis. La tensión que forman las cuerdas vocales forma el sonido y por consiguiente interviene en la formación de la voz

    • INTUBACIÓN OROTRAQUEAL:
      • La 1ª persona, con la mano derecha, introducirá la punta del tubo por la comisura labial derecha, apoyándose en la hoja del laringo, para no ocluir la visualización, y lo hará progresar hasta que atraviese las cuerdas vocales 1-2 cms y  calcularemos la longitud a introducir según las reglas ya vistas.
    • INTUBACIÓN NASOTRAQUEAL:
      • La 1ª persona introducirá a través de una fosa nasal el tubo, progresándolo hasta que aparezca a través de la boca.
      • La 2ª persona entregará la pinza de Magill, ofreciéndola por el mango.
      • La 1ª persona sujetará el tubo con la pinza y lo hará progresar hasta que atraviese las cuerdas vocales 1-2 cms y calcularemos la longitud a introducir según las reglas ya vistas.
      • Si se utilizó fiador, la 1ª persona lo extraerá con cuidado, y después retirará con precaución el laringoscopio.
      • Conectar el tubo a la bolsa autoinflable y dar varias insuflaciones al niño.
      • Comprobar que la posición del tubo es la correcta. Para ello observaremos que los movimientos sean simétricos en ambos hemitorax, que la auscultación es simétrica y adecuada en ambos pulmones y que la pulsioximetría y capnografía son correctas.
      • Si no se logra la intubación en menos de 30 segundos, se retira el tubo y se ventila con mascarilla y bolsa.
      • Si elegimos un tubo balonado, con una jeringa inflaremos el neumotaponamiento con el volumen de aire correspondiente.
      • Fijaremos el tubo según el protocolo de cada hospital. Dos formas de sujetarlo son:
      • con esparadrapo: se utiliza tanto en la intubación orotraqueal como en la nasotraqueal, fijando el tubo a una comisura labial o nasal. Para disminuir el riesgo de aparición del úlceras por presión, aplicaremos antes e pegar el esparadrapo parches protectores (tipo ConfeelR), en el punto de apoyo del tubo.
      • con cinta o venda: se utiliza en la intubación orotraqueal, y no es recomendable en recién nacidos o lactantes. Se fija el tubo anudándole una venda, y deslizando el resto tras la zona occipital, para terminar haciendo un nudo. Existen en el mercado sistemas de cinta con velcro que facilitan un tipo de fijación similar.
      • Cortar el tubo sobrante por encima del labio si es muy largo (>4cms sobre el labio), para reducir el espacio  muerto y el riesgo de acodamiento.
      • La correcta colocación del tubo se confirma con una radiografía de tórax.
      • Anotaremos en la gráfica del niño la fecha, número de tubo, centímetros introducidos y posición.
     MASCARILLA LARÍNGEA
       En ocasiones, no se logra intubar al niño, bien por falta de experiencia o por situaciones que dificultan la intubación o la ventilación (síndrome de Down, quemaduras...). En estos casos se recomienda el uso de la Mascarilla Laríngea.
       La mascarilla laríngea está formada por un tubo de material flexible que termina en una especie de mascarilla inflable que, una vez colocada, se llena de aire para evitar el desplazamiento de la misma (Imagen 6). Nos permite comunicar la vía aérea con el exterior para ventilar al paciente de una forma bastante exitosa, poco traumática y segura. Es considerado un método fácil de aprender y rápido de colocar, con un porcentaje de éxito en su colocación del 94-99%.
    Imagen 6: Mascarilla laringea
       Como inconveniente encontramos que no aísla por completo la vía aérea, existiendo por tanto mayor riesgo de aspiración si se produjera vómito. Además, con este método, es difícil ventilar al paciente si éste requiere presiones elevadas.
    Indicaciones
    • Fracaso en la intubación
    • Traumatismo cervical o facial
    • Quemaduras en la cara
    • Malformaciones anatómicas
     Contraindicaciones
    • Inflamaciones agudas de la vía aérea (epiglotitis, laringitis...)
    • Estómago lleno (por aumento del riesgo de aspiración)
    • Tumores de faringe o supraglóticos
    • Asma
     Elección del tamaño
       Hay distintos tamaños en función del peso y edad del paciente (Tabla 9). Además, dependiendo del tamaño de la mascarilla, tendrá mayor o menor capacidad de aire en el manguito, y esto es importante conocerlo previamente, para saber que volumen de aire tenemos que emplear

    PESO (Kg)
    TAMAÑO MASCARILLA LARÍNGEA
    VOLUMEN MÁXIMO DE HINCHADO (ml)
      <5
    1
    4
      5-10
    1,5
    7
      10-20
    2
    10
      20-30
    2,5
    15
      30-70(adolescentes)
    3
    20
      70-90(adultos)
    4
    30
      >90
    5
    40
    Tabla 9: Tamaño de mascarilla laríngea según peso

     Procedimiento
    • Con una jeringa, inflar el manguito de la  mascarilla laríngea, comprobar que funciona y no tiene fugas.
    • Desinflar por completo: apoyar la mascarilla sobre una superficie dura y plana y presionar hasta que salga todo el aire.
    • Ventilar al niño con mascarilla y bolsa autoinflabe con oxígeno al 100%
    • Colocar al niño en posición de olfateo y abrirle mucho la boca.
    • Lubricar la parte posterior del manguito de la mascarilla laríngea.
    • Colocar el dedo índice en la unión del tubo con la mascarilla.
    • Introducir la mascarilla en la boca, deslizando la punta sobre el paladar duro.
    • Con el dedo índice la progresaremos hasta el paladar blando, hasta la parte posterior de la faringe (Imagen 6).
    • Progresar hasta notar un tope o resistencia (es el esfínter esofágico superior).
    • Empujar con la palma de la mano el tubo conector externo.
    • Inflar el manguito (tiende a salir hacia el exterior un poco) y comprobar que la línea media del tubo coincide con la zona media del paladar.
    • Conectar a la bolsa autohinchable y ventilar al niño.
    • Fijar la mascarilla laríngea  con esparadrapo o venda.
    Imagen 7: Colocación de la mascarilla laringea
    COMPLICACIONES
    • Hipoxia durante el método: puede estar causada por un empleo excesivo de tiempo al realizar la intubación (no debe durar más de 30 segundos, y si no se logra, habrá que ventilar de nuevo al paciente antes de intentarlo otra vez) o bien, la causa puede ser una mala colocación del tubo.
    • Intubación bronquial: el tubo se introduce en exceso, de modo que se desvía hacia uno de los dos bronquios, generalmente el derecho, y por lo tanto, sólo ventilaremos un pulmón.
    • Bradicardia: puede ser causada por la hipoxia o por estimulación con la sonda de aspiración, el laringoscopio o el tubo endotraqueal del nervio neumogástrico. Para disminuir el riesgo es recomendable la administración previa de atropina.
    • Laceraciones o ulceraciones de la mucosa bucal o laríngea, al introducir la pala del laringoscopio principalmente, llegando incluso a producirse surcos o perforaciones palatinas. Extremar el cuidado al realizar la laringoscopia.
    • Rotura dental o lesión de la encía en lactantes pequeños, como consecuencia del apoyo de la pala del laringoscopio. No se debe apoyar la pala sobre la encía superior del niño, error relativamente frecuente cuando se trata de visualizar una  vía respiratoria difícil.
    • Rotura de laringe, faringe, esófago o traquea, por una introducción forzada y traumática del tubo endotraqueal.
    • Hemorragia, como consecuencia de rotura o lesión de alguna de las estructuras respiratorias y/o digestivas.
    • Broncoespasmo o Laringoespasmo, como resultado de la estimulación de la mucosa respiratoria. Para minimizar el riesgo, se utilizan los relajantes musculares (siempre con una sedación previa del paciente)
    • Dolor, por una incorrecta analgesia y sedación. Calcular las dosis adecuadas de fármacos e inyectarlas antes de realizar el procedimiento.
    • Neumotórax y/o Neumomediastino: fuga aérea como consecuencia de rotura de las estructuras respiratorias.
    • Obstrucción o acodamiento del tubo, producido por secreciones, sangre o mala colocación. Vigilar siempre la permeabilidad del mismo y su correcta posición.
    • Infección: extremaremos las medidas de asepsia durante toda la técnica para reducir este riesgo.
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